Séneca y Quintiliano: dos enfoques diversos de la educación (I)
José Luis García Garrido
En la trágica primavera del año 65, cuando el prestigioso Lucio Anneo Séneca recibió de Nerón la orden de darse muerte, Marco Fabio Quintiliano era todavía un joven desconocido. Sin embargo, no mucho tiempo después su nombre gozaría también de gran prestigio en los ambientes culturales de Roma, aunque no por sus escritos ni por su participación directa en la esfera política. Salvo una época de titubeo inicial, Quintiliano prefirió la sosegada actividad del profesor de retórica a la inquieta actividad del político, y si escribió algunas
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