Sócrates

10 junio 2014

Una de las tareas del filósofo de la educación es examinar críticamente los implícitos del lenguaje contenidos en las formulaciones que afectan a la política y la práctica de la educación. Dentro de esa tradición, el filósofo Ludwig Wittgenstein, declaró: «mi objetivo es: enseñarte a pasar de decir cosas sin sentido de manera disfrazada, a poner al descubierto esos sinsentidos». Hay mucho «sinsentido disfrazado » en lo que dicen los responsables de las políticas educativas y en lo que escriben muchos investigadores en educación. Apoyaré estas afirmaciones con ejemplos tomados de la realidad. Así, en primer lugar, la importancia que se atribuye a la «preparación de profesionales competentes para el mercado laboral»; en segundo lugar, la separación que se establece entre la «formación académica» y la «formación profesional»; en tercer lugar, el interés en «elevar los estándares» educativos, especialmente a la luz de las comparaciones internacionales realizadas por el informe PISA; y, por último el discurso sobre la necesidad de mejorar la «calidad de la enseñanza».     Una de las tareas del filósofo de la educación es examinar críticamente los implícitos del lenguaje contenidos en las formulaciones que afectan a la política y la práctica de la educación. Dentro de esa tradición, el filósofo Ludwig Wittgenstein, declaró: «mi objetivo es: enseñarte a pasar de decir cosas sin sentido de manera disfrazada, a poner al descubierto esos sinsentidos». Hay mucho «sinsentido disfrazado » en lo que dicen los responsables de las políticas educativas y en lo que escriben muchos investigadores en educación. Apoyaré estas afirmaciones con ejemplos tomados de la realidad. Así, en primer lugar, la importancia que se atribuye a la «preparación de profesionales competentes para el mercado laboral»; en segundo lugar, la separación que se establece entre la «formación académica» y la «formación profesional»; en tercer lugar, el interés en «elevar los estándares» educativos, especialmente a la luz de las comparaciones internacionales realizadas por el informe PISA; y, por último el discurso sobre la necesidad de mejorar la «calidad de la enseñanza».

11 octubre 2008

Este artículo muestra los principales lugares comunes de la pedagogía posmoderna y su proximidad a los planteamientos de la hermenéutica heideggeriana, así como al viejo" ideal de la Escuela Nueva. Se lleva a cabo un análisis crítico de la ideología emancipatoria, de la no-directividad y del desprecio por la memoria. Se pone de relieve cómo la posmodernidad puede aportar algo realmente positivo en la medida en que no desprecie la tradición socrática, en la que pese a la apariencia contraria se inserta.