Book review: Meirieu, P. (2022). Lo que la escuela puede hacer todavía por la democracia. Dos o tres cosas que sé (quizás) sobre educación y pedagogía [What the school can still do for democracy: Two or three things I (maybe) know about education and pedagogy].
DOI
10.22550/2174-0909.4441
Resumen
Philippe Meirieu se entrega en el presente libro a un ejercicio próximo al de aquellas clásicas confesiones tan en boga en pensadores de siglos pasados. Se trata, eso sí, de una confesión eminentemente pedagógica. Y, sin embargo, tampoco sería una exageración afirmar que el texto tiene también mucho del estilo de las memorias, ejercicios de escritura consagrados a poner en negro sobre blanco una síntesis, un final de trayecto, incluso un testamento intelectual. A través de una escritura simple, clara y ágil en la que su propia experiencia como estudiante, pedagogo y educador hace las veces de hilo narrativo, el libro de Meirieu lanza una plomada a la superficie del mundo y el tiempo en que vivimos con el fin de, por un lado, diagnosticar sus lógicas hegemónicas y, por otro, explorar las posibilidades y límites del pensamiento pedagógico y la práctica educativa. Intenciones ambas que se dejan ver ya en el largo, pero declarativo, título del libro, Lo que la escuela puede hacer todavía por la democracia; y también en el intencionadamente modesto subtítulo, Dos o tres cosas que sé (quizás) sobre educación y pedagogía. En este caso, no hay quizás posible; Meirieu sabe y, además, defiende
con convicción y buenos argumentos un conocimiento pedagógico y político acumulado en una extensa praxis. El libro comienza con un diagnóstico certero sobre el mundo en el que habitamos. El mapeo es necesario como ejercicio de anticipación y justificación de lo que, hacia el final, propondrá como lugar y papel que la escuela y la educación aún pueden ocupar en este mundo. Necesario, sí, pero también obvio de toda obviedad. No obstante, no entendemos este ejercicio de obviedad como un demérito del autor. Lo que sucede es que las lógicas contemporáneas de inmediatez e hiperestimulación, los hábitos caprichosos que se confunden con la libertad y los automatismos irreflexivos impulsados desde la publicidad, los medios de comunicación y las redes sociales resultan tan evidentes que dejan poco lugar a dudas para quien preste una mínima atención a lo que nos acontece. Quien más y quien menos se sentirá identificado con la descripción del mundo que se despliega a lo largo del libro. Tras el diagnóstico, preocupado y preocupante, Meirieu se esfuerza por enviar, como ya había hecho en textos anteriores, un mensaje a quienes aún nos dedicamos a la labor pedagógica. Mensajes en botellas o cápsulas lanzadas a un mar proceloso y que contienen breves reflexiones que, en ocasiones, se parecen a llamadas de auxilio o, cuando menos, de atención. Mensajes que nos alertan e invitan a seguir atentos y preparándonos para estar en condiciones de afrontar los numerosos obstáculos y peligros que hoy acechan al pensamiento pedagógico y a la praxis educativa. ¿Cuáles serían tales obstáculos? Algunos son de sobra conocidos, son ya clásicos; otros parecen ganar terreno en nuestro presente: el fatalismo o determinismo propios de ciertos lenguajes sociológicos o psicológicos, la tecnificación y protocolización de la vida y de la educación, el individualismo y ensimismamiento rampantes, la descomposición del pensamiento en favor del recetario, el abandono del esfuerzo creativo por la comodidad pasiva de la aplicación de la fórmula... Meirieu retrata un tiempo en el que las ciencias sociales y educativas han quedado fascinadas por el etiquetaje y la clasificación cuasientomológica de problemas, de carencias y de trastornos que parecerían abalar la necesidad de tratamientos estandarizados y de respuestas predispuestas, pero que parecen olvidar que (a diferencia del tratamiento terapéutico),
el enfoque pedagógico no pretende basar sistemáticamente sus propuestas en lo que encuentra en el pasado del niño, sino más bien proponerle una y otra vez lo que en la panoplia metodológica del maestro pueda ayudarle a proyectarse hacia adelante y a superar así los obstáculos que encontró. (pp. 64-65)
La terapia mira hacia atrás, la pedagogía, hacia adelante. Es justo reseñar que la sistematicidad e insistencia del pensamiento de Meirieu no se sostiene sobre ninguna certeza revelada o verdad demostrada, ni siquiera sobre una verdad demostrable. Su centro de gravedad es una hipótesis, cuando menos, paradójica y particular en tanto en cuanto resulta, al mismo tiempo, tan indemostrable como irrefutable: la educabilidad de cualquiera. La educabilidad es científicamente indemostrable porque, «por mucho que nos adentremos en la imagen cerebral, nunca podremos descifrar, formalizar y reducir a unas pocas fórmulas la extraordinaria variedad de nuestros deseos… [tampoco el deseo de o la negativa a aprender]» (p. 83). Y es al hilo de esta primigenia apuesta intelectual y ética como Meirieu rescata y pone sobre la mesa la obra de pedagogos y pedagogas, educadores y educadoras, que hicieron de la premisa de la educabilidad de cualquiera su principio pedagógico y ético. Por el texto desfilan los proyectos y las prácticas de Pestalozzi, Jacotot, Don Bosco, Makárenko, Montessori, Ferrer, Tolstoi, Oury, Korczak, Freinet y un nutrido elenco de pensadores y actores del derecho, la necesidad y las potencias de la educación. Todos ellos comparten una convicción que no ignora las particularidades de las situaciones sociales y personales de cada individuo, pero que no convierte los límites y obstáculos en coartada para la inacción educativa ni en excusa para su fracaso. La idea que animó sus proyectos educativos es formulada y sintetizada por Meirieu en una frase que debería escribirse tanto en los frontispicios de las instituciones como en la mente de las y los educadores: «las predisposiciones no son predestinaciones» (p. 69).
El supuesto de y la confianza en la educabilidad de cualquiera no lleva a Meirieu a defender que cualquier cosa sea posible o realizable. El autor advierte (a partir de la idea central de uno de sus mejores textos, Frankenstein educador) de la necesidad de prevenirnos frente a cualquier fantasía o delirio de omnipotencia educativa. La educabilidad no puede ignorar y no debe negar la negatividad y los límites de la educación ni tampoco la necesidad de contar con el deseo, el compromiso y la participación de quien debe aprender. No hay voluntad, ni fórmula, ni técnica, ni protocolo que pueda prescindir de la libertad de un sujeto que consiente y se compromete en su propio proceso formativo o no. Cuando se trata de educar y de aprender, no hay manera de empezar nada por el otro, de obligar a otro a aprender y a crecer. Los educadores tenemos la responsabilidad de generar todo tipo de condiciones de aprendizaje (Meirieu escribe hermosas páginas sobre la institución, la «imposición fecunda» que se convierte en recurso, el tiempo...); esa es nuestra parte de responsabilidad. Sin embargo, no podemos aprender por el otro, ahorrarle el tránsito de su propio camino, romper por ellos el círculo de lo previamente constituido, que permite dar el salto del no saber al querer saber. El espíritu de nuestro tiempo, y Meirieu lo sabe, se parece demasiado a una fuerte marea, incluso a una estruendosa tempestad, que devuelve una y otra vez a la misma orilla los mensajes lanzados en esa botella. Quizás muy pocos los reciban, puedan leerlos y meditarlos. Pero quien se adentre en la lectura de este libro, encontrará que la llamada de atención de Meirieu contiene, a su vez, desde la humildad de un pensamiento maduro y sereno, balizas que señalan caminos fecundos que haríamos bien en seguir explorando. Al menos, como él mismo aconseja, para no caer en la tentación del misántropo. Además, ¿no es acaso la exploración otro de los nombres posibles para esa aventura que seguimos llamando educación?
Citación recomendada | Recommended citation
García-Molina, J., y Moreno-López, R. (2025). Meirieu, P. (2022). Lo que la escuela puede hacer todavía por la democracia. Dos o tres cosas que sé (quizás) sobre educación y pedagogía. Editorial Popular. 210 pp.. Revista Española de Pedagogía, 83(290), 261-270. https://doi.org/10.22550/2174-0909.4441
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