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Sarramona, J. (2017). Conservadores e izquierdistas frente a la educación. (José Antonio Jordán)

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Sarramona, J. (2017).

Resumen

El diálogo ha sido siempre una virtud que cabe aplicar en todos los ámbitos de la vida y que es preciso fomentar en la educación. El diálogo supone escuchar y argumentar, supone buscar sinceramente la verdad con los otros, porque «la verdad está muy repartida, nadie la tiene en exclusiva y, más bien, se puede descubrir mediante el diálogo franco con quienes piensan distinto». ,

La frase entrecomillada del párrafo anterior corresponde al prólogo, escrito por el mismo autor de la obra, Jaume Sarramona, que es objeto de la presente reseña. Esa frase resume perfectamente lo que supone y pretende la obra en cuestión, que presenta los argumentos que son esgrimidos por dos personajes enmarcados en los grupos que, de manera un tanto simplista, solemos calificar como de conservadores e izquierdistas. Y es que el propósito indudablemente didáctico del autor se vale de esos dos personajes para mostrar los argumentos que, con notoria frecuencia, suelen utilizarse para defender las posiciones que frente a los temas educativos esgrimen uno y otro grupo. ,

Quien conoce la larga trayectoria académica del ahora profesor emérito Jaume Sarramona, sabe de su claridad de formulación, de su equilibrio ideológico, sin dejar por ello de adquirir compromisos cuando lo ha considerado oportuno, pero siempre con el apoyo de argumentos que tienen en cuenta el pensamiento del otro, e incluso anticipándose a sus posibles planteamientos. Es de valorar el que, aunque defiende sus convicciones con firmeza, esta no le impide tener muy en cuenta siempre los puntos de vista ajenos; de manera que, si eso forma parte de lo que denominamos empatía, en las obras de Sarramona encontraremos una buena dosis de esta disposición tan valiosa. ,

Centrados en la presente publicación, Conservadores e izquierdistas frente a la educación, se advierte el esfuerzo por recopilar los argumentos que utilizan los dos personajes dialogantes, a quienes el autor no ha querido asignar nombre ni sexo, para dejar que sea el mismo lector quien lo haga. Ambos personajes, aunque claramente representativos de sus respectivos colectivos, se muestran mesurados —dentro de la firmeza con que defienden sus ideas— y siempre respetuosos, sin excluir a veces una sana ironía, siempre en el marco de una sociedad democrática donde conviven opciones diversas. Hay que reconocer el esfuerzo del autor por no inclinar claramente la balanza hacia una u otra posición, aunque el lector avezado puede intuir donde está situado, especialmente si conoce otras de sus obras. En la presente, sin embargo, pretende que sea el lector quien se reafirme en sus convicciones o encuentre argumentos para matizarlas; esto es: que sea el lector quien reflexione y confronte ideas hasta determinar las suyas. ,

El libro resulta muy agradable de lectura, sin perder nunca el rigor en el lenguaje y en los argumentos, puesto que los temas son analizados en sus múltiples facetas. Se capta fácilmente la atención del lector, al menos hasta el final del capítulo iniciado. Son nueve los capítulos con que se estructura la obra, abarcando una temática altamente atractiva para ser debatida desde perspectivas ideológicas y pedagógicas contrapuestas: la escuela como institución, la coeducación, premios y castigos, la evaluación, la educación del alumnado inmigrante, la dirección escolar, la investigación en ciencias sociales, la profesionalidad docente… Todos ellos son tratados con rigor, a la vez que induce a la mente del lector —que se acerque a su lectura sin rígidos prejuicios— a encontrar argumentos que, casi con toda seguridad, le lleven a reflexionar o, con no poca probabilidad, a tambalear algunos criterios previos. Porque las convicciones personales más firmes precisan ser sometidas a debate para ponerlas a prueba; algo fundamental, porque, de lo contrario, se tratarían más bien de «pre‑juicios», que dirían poco de la capacidad reflexiva de la persona. Jaume Sarramona nos quiere ofrecer esa posibilidad de contraste, poniendo a prueba de debate aquello que pudiera parecer más obvio y que luego resulta no serlo tanto. ,

Pocos autores se atreven a escribir una obra donde se presenten, no solo los propios criterios, sino también los contrarios. Existe amplia tradición pedagógica en la defensa del diálogo entre maestro y alumno, pero tal diálogo no suele ser más que una técnica para llevar al que no sabe por el sendero que previamente se determina como deseable; sin duda ese tipo de diálogo resulta válido y atractivo, desarrolla la capacidad de reflexión del discente y la habilidad dialéctica del docente; es el modelo denominado «socrático». Y es que, en general, nos sentimos fuertes cuando silenciamos las posibles objeciones nacidas de una convicción y reflexión previa. Tendemos a reafirmamos en nuestras creencias y opiniones, a refugiarnos con quienes piensan igual que nosotros… y a silenciar —incluso interiormente— a los contrarios. El mundo universitario, pero también los otros niveles educativos, proporcionan ejemplos de ese sectarismo intelectual, contrario a la esencia de la intelectualidad abierta y deseosa de avanzar en la búsqueda de la verdad. No es ese el tipo de diálogo que utiliza Sarramona, sino una abierta confrontación de ideas elaboradas y maduras que se confrontan abiertamente, poniéndose mutuamente a prueba. Este es el gran mérito de la obra que nos ocupa. ,

Para terminar esta breve reseña, nada mejor que la reproducción de los párrafos finales del epílogo de la obra que resumen perfectamente el propósito de la misma (pp. 168‑169): ,

I. ¿Me preguntas si he cambiado de parecer después de escuchar tus argumentaciones? Tú no has dicho que lo hayas hecho tras escuchar las mías. Te diré que, desde luego, no me he pasado a tu bando, pero con la misma sinceridad también te digo que me has hecho pensar y que, en adelante matizaré algunos de mis planteamientos. Considero que ha sido muy enriquecedora la oportunidad de establecer un diálogo franco y claro, el tener ocasión de conocer las razones de quien situamos en la trinchera de enfrente. ,

C. Con igual sinceridad que la tuya te confesaré que también ha sido para mí una experiencia sumamente enriquecedora el poder contrastar contigo ideas y argumentos de manera distendida y franca. Seguramente no somos dos casos radicales, de situaciones extremas que hagan imposible el diálogo y que, precisamente por ello, lo hemos llevado a cabo. También tendré presentes argumentos tuyos en mis propias reflexiones, como no puede ser de otra manera tratándose de personas que, manteniendo nuestras respectivas ideas, somos capaces de razonarlas y de escuchar otras opciones. ,

I. Tal vez podamos repetir la experien‑ cia en otra ocasión y tal vez entonces nos diremos hacia dónde se han movido nues‑ tros respectivos planteamientos. ,

C. Tal vez. ,,

José Antonio Jordán

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